Recientes cifras divulgadas por el organismo contabilizan a cerca de 750 mil personas afectadas y otras 234 mil desplazadas como consecuencia del fenómeno que impacta, entre otras naciones, a Somalia, Kenya, Burundi, Ruanda y Tanzania.
La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) estimó que 160 mil somalíes fueron impactados y más de 37 mil se vieron obligados a abandonar sus hogares.
Desde el 19 de abril, los estados de Hirshabelle, Jubaland y South West acumulan los principales dañados en ese país, dijo la OCHA.
Frente a esa emergencia, la entidad brindó ayuda a 70 mil afectados con alimentos, dinero en efectivo, agua, saneamiento, alojamiento y asistencia sanitaria.
A la par, unos 50 barcos permanecen dispuestos para entregar suministros o evacuar a personas que puedan quedar aisladas por las inundaciones.
No obstante, las continuas precipitaciones podrían afectar al menos a 770 mil personas solamente Somalia mientras aumentan el riesgo de propagación de la epidemia de cólera.
En tanto, en Kenya al menos 229 personas perdieron la vida y más de 285 mil personas se han visto afectadas en todo el país, según las autoridades locales.
En esa nación, las entidades de la ONU brindaron asistencia a más de 126 mil locales con agua y saneamiento y otras 31 mil personas con asistencia alimentaria y en efectivo.
Además, los socios sobre el terreno mantiene otros servicios como la salud o refugios de emergencia.
Un panorama similar se reporta en Burundi donde las lluvias y el aumento del nivel del agua en el lago Tanganica perjudicaron a casi 180 mil personas desde enero con un fuerte impacto en el sector agrícola.
Desde ese país, las entidades de Naciones Unidas proporcionan asistencia sanitaria, agua potable, lonas y apoyo psicosocial.
Por su parte, en Tanzania, el Gobierno y los socios de la ONU desplegaron equipos de búsqueda y rescate al tiempo que distribuyen ayuda de emergencia, incluidos alimentos, colchones, mosquiteros y tiendas de campaña para ayudar a los perjudicados.
Los fuertes temporales, asociados al cambio climático tras una fuerte sequía, podrían continuar con fuerza e incluso empeorar según la Organización Meteorológica Mundial.
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